¿El antiguo Perro de Presa Canario se asemejaba en lo físico y en lo psíquico a esa cantidad de perros de presa que han proliferado de un tiempo a esta parte (tres-cuatro años)? No. Así, a secas, me lo dijo hace unos días un antiguo peleador de perros de Tenerife. Aquellos perros, los perros de presa tradicionales, los de la tierra, eran más serios, menos amigos de juegos, mucho más desconfiados con los extraños. Y eran silenciosos, de poco ladrar, y su ladrido era algo así como cavernoso, grave. Y no mordían sin verdadero motivo. Su simple presencia y su ronquido era más que suficiente para disuadir a cualquier extraño. Y con los perros no se andaba con bromas. No respetaba ni a los de la casa, de ahí que los cazadores tuvieran a los perros de caza fuera del alcance de los de presa, y lo mismo cabe decir de los zatos –perros pequeños de un palmo en alto sin raza definida–. Muchos pleitos entre vecinos y no vecinos, y parientes, motivaron este peculiar comportamiento de los presas.
Un Perro de Presa Canario aguantaba los palos que fuera sin rechistar. Y cuidado con él, que era temible adversario.
Me contaba Santos el Verga (de La Esperanza, Tenerife) que en cierta ocasión se hallaba él en la cocina trajinando, y el Valiente (su perro de presa) estaba echado en la puerta. Cuando él fue a salir, el perro, sin moverse, sin pestañear, empezó a roncarle, como diciendo, «no molestes, que yo estoy bien aquí». Pero Santos, hombre de campo, hecho a bregar con los animales, ni corto ni perezoso, agarró el palo (que tenía detrás la puerta) y tras decirle al perro, «¡Sale de ahí!», y viendo que el perro seguía roncando se lió a palos con él. Pero el Valiente no se amilanaba. A cada palo que el hombre le daba el animal retrocedía un paso, pero sin dejar de roncar. De esta guisa fueron hombre y perro hasta la vera del camino, que distaba unos treinta o cuarenta metros de la cocina. Una vez allí y viendo el humano que le tenía la partida ganada al can le chascó los dedos y le habló en tono reconciliador. Inmediatamente el perro cambió de expresión, y mudando de actitud se fue tras él tan feliz y contento como si allí no hubiese pasado nada. Este relato me parece a mí describe perfectamente el talante del Perro de Presa Canario, del antiguo. Era un perro rústico, hecho por hombres rudos para trabajos duros. ¿Se dan estas características en los perros de presa que se crían, mediante cruces, en nuestros días? En la mayor parte de los ejemplares me parece que no. He adiestrado algunos de estos nuevos perros de presa y no responden, esa es la verdad y no otra, a esas características que tanto distinguían a los antiguos presas. Y tiene su explicación. Las razas caninas, en su mayoría, se crían hoy con miras al comercio. Se presentan a las exposiciones para competir en belleza, y en la medida que los ejemplares presentados sean bellos se cotizan. Vivimos en una sociedad de caprichosos, de modas, de inutilidad, de consumo por el consumo. Se compran perros por el mero hecho de tenerlos, o por su compañía, o por lo que sea, todo menos por su utilidad. Y claro está que estos perros no pueden (no deben) ser rústicos, y en todo caso sólo en apariencia, pero no en el comportamiento. En esta sociedad los perros deben ser sociables, delicados, mansos, femeninos. En las exposiciones los perros tienen que saber estar. Una de las maneras, quizá la única, para que los perros aprendan a estar en estos acontecimientos socioeconómicos es que pierdan brío, energía, fuerza, temperamento.
Producto de estos perros de exposición son la mayor parte de los ejemplares que se están utilizando para recrear el Perro de Presa Canario. Y encima, para agravar más esta realidad, no se tiene en cuenta la calidad del temperamento. Con las formas una buena parte de la afición se sacia. Así nos encontramos, cosa impensable con el antiguo Perro de Presa Canario, que un simple Perro de Ganado Majorero “le da leña al derecho y al revés” a un cruzado de los actuales, a los que los miembros del Club del Presa Canario llaman presas canarios. Es cierto que en apariencia algunos de los presas importados (Bulldog, Bullmastiff, Dogo de Burdeos, etc.) son temibles, pero eso, sólo en apariencia.
Y estos presas canarios (a los que de momentos prefiero llamar cruzados, porque no son otra cosa) se presentan (los presentan) con todo el respaldo del Club del Presa Canario en las exposiciones caninas oficiales, y no oficiales. ¿Y para qué se presentan? He oído hablar en esas exposiciones a gente representativa del mundo cinófilo (jueces) de la capacidad de trabajo de los presas canarios, de su fuerte temperamento, de su valentía, y de su presa en la pelea con otros congéneres, de sus extraordinarias condiciones para la guarda y la defensa, etc. etc. ¿Pero demuestran algo esos perros en las exposiciones? ¿Han visto esos representativos señores pelear alguna vez a alguno de esos perros, guardar, defender? Es más, ¿los han visto, en esos quehaceres los miembros del C PPC? Si sobresalen en algo o no de lo que se menciona nadie o muy pocos lo saben. Habría que decir que todas esas cualidades se les suponen, como a los soldados, en un principio, su valor.
Los presas canarios son llevados a las exposiciones para que la gente los vea, para que los representantes de la oficialidad canina española los vea, para que la Canina Central los reconozca como raza canaria, y por extensión española.
Esto no es que sea de pena, no, raya en la enajenación mental. Es de enajenados pretender, a estas alturas, vender gato por liebre. Es de enajenados pretender vender la imagen de una raza canina, por el momento inexistente, al pueblo canario tocándole las fibras de la sensibilidad nacionalista. A nadie que tenga dos dedos de frente, un mínimo de cultura canina y sentido de la historia, y algo de respeto por la verdad, se le ocurre meterse en semejante berenjenal. La realidad presente y pasada no hay quien la cambie. Podemos hacer por la realidad que ha de venir, nada más. Así, pues, ¿será el futuro Perro de Presa Canario semejante al del pasado, de origen español y no guanche como pretendían algunos miembros de Solidaridad Canaria, o de origen inglés, como pretende el voluntariamente poco informado, o interesado, señor Martín Bethencourt, secretario en funciones del Club del Perro de Presa Canario? El tiempo lo dirá.
Publicado por el autor en El Día el 21 de noviembre de 1985

Santos “El Verga” y su perro “Valiente”