El estudiante
El jueves 11 por la tarde me llamó un estudiante de la Universidad de San Cristóbal de La Laguna que está escribiendo un trabajo (nada de tesis doctoral o algo que se le parezca) que piensa presentar a examen, o lo que sea, sobre el Perro de Presa Canario. Anteriormente me ha visitado varias veces. La primera vino con un amigo; tímidos ambos vinieron caminando –todavía no tienen automóvil los chicos–, se presentaron y, tras ciertos titubeos, me preguntaron si podían ver mis presas canarios. Sí, claro que se pueden ver, les contesté, pasad, y uno a uno les fui enseñando mis perros de presa canarios, y los perros de ganado majoreros. Luego, algo más relajados, me dijeron que no se atrevían a venir a visitarme, porque la gente del Club Español del Perro de Presa Canario (ahora del Dogo Canario) les habían dicho que no se les ocurriera venir, que Manuel Curtó era un tipo muy raro, muy raro, que vivía aislado, allá arriba, en el campo, en su finca, que parece un bunker, y que no enseña sus presas más que a algunas personas, además que no tiene presas que sirvan, etc., etc.
El viernes a media mañana vino el estudiante; es un chico de poca conversación y algo tímido, me parece que es así con casi todo el mundo, es decir, que lo es por naturaleza. Valeria le ha entregado copia de los reportajes sobre el Perro de Presa Canario realizados por Canidapresa (una hora de duración) y por Televisión Española en Canarias (40 minutos de duración).
El estudiante ha hablado con su profesor y quiere tener una idea más clara y concreta acerca de la función, o funciones, que a lo largo de los siglos han cumplido el perro de presa en las Islas Canarias y los perros de ganado. Sobre esta cuestión hemos hablado largo y tendido, el estudiante y yo.
Desde su introducción por los conquistadores y colonos franco-españoles en Fuerteventura (primeros años del siglo XV), los perros de presa fueron utilizados en la custodia y guarda de los bienes de sus amos (armas, ganado vacuno, caballos, aperos de labranza, casas, etc., etc.), y para prender las reses vacunas cuando las iban a matar para el consumo humano. Los perros de presa cumplieron estas funciones en todas las Islas Canarias a lo largo de los siglos, probablemente hasta el primer tercio del siglo XX.
Los perros de ganado fueron introducidos en Fuerteventura en las mismas fechas -queremos suponer-, y ha venido cumpliendo a lo largo de los siglos las mismas funciones, o similares, a las de los perros de presa, incluso la de perro de carnicero, por su tremendo coraje a la hora de hacer presa en el ganado vacuno.
Me he esforzado en explicarle al estudiante que en Fuerteventura la explotación caprina, que ha sido con diferencia la explotación ganadera por excelencia, era extensiva, y por ende nada tenía que ver, o muy poco, con la explotación caprina que se ha venido practicando, hasta hoy mismo, en el resto de las islas, en las que el número de habitantes por kilómetro cuadrado era muy superior, así como las explotaciones agrícolas y las tierras comunales de pastos mucho más reducidas. En Fuerteventura las extensiones de tierra, incultivadas, destinadas sólo y exclusivamente a pastos fueron siempre, salvando raras excepciones y en determinados puntos de la isla (por su fertilidad), considerablemente extensas.
Las cabras para la explotación lechera eran encerradas en amplios corrales circulares, cuadrados, o rectangulares (las más de la veces) próximos a las viviendas en las que se alojaban el cabrero con su familia; por la mañana, tras el ordeño, se daba suelta a las cabras, que iban y venían de un lado a otro por las proximidades, siempre bajo la mirada atenta del cabrero, o de alguno de sus hijos, o incluso de su mujer; a la hora de encerrarlas se las llamaba dando voces y haciendo ruido con el cubo del millo (maíz) que se les daba como complemento alimenticio; las cabras, atraídas por las voces y los golpes, que asociaban a su alimento preferido, acudían raudas a la llamada (se sigue practicando en nuestros días).
En este tipo de explotación caprina, la función del Perro de Ganado Majorero se limitaba a acompañar a la persona que iba (cuando iba, porque con frecuencia iban solas) acompañando a las cabras, y en raras ocasiones tenía que conducirlas por caminos o veredas, o atajarlas frente a campos sembrados. Por consiguiente, la función de los perros de ganados en Fuerteventura era guardar y defender, de posibles ladrones, las posesiones de su amo, etc.
En mis recorridos por Fuerteventura, para el estudios de esta raza canina, a más de un cabrero formulé la siguiente pregunta, ¿estos perros, de considerable tamaño, son los que utilizan para el ganado? No, me dijeron, para la conducción del ganado llevamos los perros más pequeños, de la misma raza, pero pequeños, los grandes se quedan guardando, al pie de la casa, de los corrales de las cabras…
Interesante la explicación, los perros de ganado de tamaño grande se quedaban guardando, atados casi siempre, y los de menor tamaño iban con las cabras.
El estudiante universitario me escuchaba con atención, asentía con la cabeza, de vez en cuando hacía un pequeño comentario, como para darme a entender que comprendía. Al final de su visita me dijo que a él le gustaría dedicarse a la cría de presas canarios, en plan profesional, pero que su padre le dice que primero son los estudios, y que cuando termine que se dedique a lo que quiera, y si aprueba el curso le va a pagar un viaje a Gran Canaria -la isla de enfrente dicen en Tenerife entre bromas y veras-, incluso podrá llevarse el coche. Edad delicada la del estudiante, que depende en todo (aún) de papá.
Quién iba a pensar diez o quince años atrás que llegaría un momento, no lejano (porque quince o diez años en realidad no son nada), en que hasta los estudiantes se iban a interesar, para sus trabajos, en el Perro de Presa Canario y en el Perro de Ganado Majorero. Curioso e interesante el hecho, por esta razón no me importa dedicar parte de mi escasísimo tiempo libre a este nuevo tipo de aficionado.
Manuel Curtó Gracia